Este tiempo nos invita a esperar la luz que nace y triunfa sobre la obscuridad y la muerte. Es tiempo de esperanza porque nos habla de Jesús, el Emmanuel- Dios con nosotros-, en quién se cumplen las promesas que se le habían dado a Israel por medio de los profetas. Con su llegada en Belén, cumplió con las promesas hechas a los judíos. "En el futuro, el cerro de la Casa del Señor será puesto sobre los montes y dominará los lugares más elevados. Irán a verlo todas las naciones y subirán a él muchos pueblos diciendo: 'Vengan, subamos al cerro del Señor, a la Casa del Dios de Jacob, para que nos enseñe sus caminos y caminemos por sus sendas. Porque la Enseñanza irradia de Sión, de Jerusalén sale la palabra del Señor' " (Is 2, 2 -3).
El adviento es también tiempo de alegría y gozo, porque el Hijo de Dios se ha hecho uno de nosotros para guiarnos y para rescatarnos. ¡Qué gran alegría saber que Dios nos ha tendido su mano y nos ha sacado del abismo de la muerte! "...Nuestra salvación está ahora más cerca que cuando comenzamos a tener fe: la noche avanza; está cerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas y revistámonos con las armas de la luz" (Rom 13, 11-12). Ya no estamos perdidos; ya no estamos en la obscuridad. ¡Somos hijos de la luz, o sea, avanzamos hacia la fuente de la Luz, El Padre! Avanzamos, como los Magos de Oriente, guiados por una estrella. Esa estrella es la Iglesia que, por medio de la Palabra de Dios y los Sacramentos, nos ilumina el camino que lleva al Padre.
En este tiempo la Iglesia se emociona por lo hermoso y alegre de tener cerca la llegada final de Jesús. "Por eso, estén alerta; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que menos piensan" (Mt 24, 44). Jesús hoy nos dice que volverá en Gloria para instaurar su reino de paz y amor. La Iglesia a una voz grita: ¡Maranathá! Ven Señor Jesús.
Dios de eterna misericordia y bondad, elevo mi corazón hacia ti en oración durante estos días de Adviento. Concédeme paciencia mientras preparo el sendero para la venida de Cristo. Inspira esperanza en mí para que espere con ansias el retorno de Cristo en gloria. Lléname de gozo para proclamar con toda la Iglesia: ¡Maranathá! ¡Ven Señor Jesús!