Por: P. Ángel Ortiz Vélez
Jesús nos dice en el Evangelio: "Sean santos como es Santo vuestro Padre Celestial" (Mt 5, 48)
Todos los cristianos estamos llamados a ser santos. Esa vocación a la santidad la recibimos el día que entramos a formar parte de la Iglesia con el sacramento del bautismo. La gracia santificante que recibimos ese día nos da la vida divina como un regalo de Dios y es la que va a ayudar al alma para ser santos.
El día 1 de noviembre de todos los años se celebra el día de todos los santos. Así la Iglesia como madre y maestra recuerda a todos esos hijos suyos que vivieron en vida su vocación bautismal en un grado heroico pero nunca van a ser reconocidos oficialmente por la Iglesia como santos con la ceremonia de canonización. Estos cristianos son tan santos como los otros y por eso se unen todos en una misma fiesta: porque todos estos hermanos nuestros están gozando plenamente de la presencia de Dios con todos los santos oficiales (ya canonizados) de la Iglesia.
Al hacer justicia a todos estos hombres y mujeres que son santos la Iglesia nos habla a nosotros, personas vivas y cristianas, de que hay que vivir en santidad. Es una invitación para todos y cada uno de los hijos de la Iglesia. Para ser santos no hay que hacer milagros ni tener el don de la bilocación. Se puede ser santo como esos que el Señor les ha dado estas gracias especiales. Hoy hay que ser santo viviendo nuestra vocación bien, haciendo lo que nos corresponde, haciendo las cosas pequeñas de la vida con amor y entrega como si fueran grandes.
Así que les animo a vivir la gracia santificante y a ser los santos de hoy.