Por: P. Ángel Ortiz Vélez
En el primer libro de la Sagrada Escritura, el Génesis, en su segundo capítulo se nos da el proyecto de Dios sobre el hombre y la realidad de lo creado en un plan de armonía y luz. Estos primeros capítulos del libro, en forma sapiencial, nos hablan sobre el ser humano en tres relaciones fundamentales: con Dios, el mundo, sus semejantes (el ser humano y los animales).
El Señor mira la creación del hombre a su imagen y semejanza pero la ve incompleta: "No está bien que el hombre esté solo" (Gn 2, 18). Creó entonces a los animales y los puso en sus manos pero esto no era la ayuda conveniente; hacía falta alguien que le hiciera compañía al hombre. Así Dios entró al hombre recién creado en un letargo o sueño, le saca una costilla y crea la mujer. Después que Dios creó a la mujer el hombre exclamó: "Esta si es hueso de mis huesos y carne de mi carne" (Gn 2, 23).
Ya desde entonces el hombre tiene una compañera y desde el primer instante se resalta la santidad y la dignidad del hombre y la mujer: "Por eso el hombre deja a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y pasan a ser una sola carne" (Gn 2, 24). Este carácter sagrado no se pierde con el pecado del hombre. No conviene que el hombre esté solo... es por eso que Dios le crea a su complemento para que se encarguen de todo lo creado y colaboren en el proyecto de Dios de procrear y poblar la tierra también creada por Dios. Desde entonces la unión entre el hombre y la mujer (que está dentro del plan de Dios) tiene ese sentido sagrado que ya nada humano puede romper.
No conviene que el hombre esté solo por eso llegada la plenitud de los tiempos Jesús eleva esa unión de hombre y mujer a signo sagrado de la Iglesia: el sacramento del matrimonio. De esta forma y en esta unión de hombre y mujer se establece la familia. En el tiempo moderno este proyecto de Dios está en crisis: no se cree en el plan original de Dios. No se respeta la unión de hombre y mujer. Se le falta el respeto a la familia. La Iglesia y el mundo en estos días fueron testigos del Encuentro Mundial de las Familias en Philadelphia. En este mes de octubre será en Roma el Sínodo de Obispos sobre la familia. En Cuba el papa Francisco nos dijo: "Las familias no son un problema, son principalmente una oportunidad; una oportunidad que tenemos que cuidar, proteger, acompañar".
En Philadelphia el Papa definió a la familia como una fábrica de esperanza y también señaló que aunque en la familia hay dificultades estas se superan con amor y dijo algo muy hermoso: "el pueblo que no sabe cuidar a los niños y a los abuelos no tiene futuro". Sabemos que los niños y los mayores de la familia (los abuelos) son las personas más vulnerables. Por eso hay que cuidar la familia y más aún podemos decir que no conviene que el hombre esté solo porque en esa unión de hombre y mujer es donde está el amor como fundamento para todos los que formamos parte de una familia.
"La familia tiene carta de ciudadanía divina ¿está claro? La carta de ciudadanía que tiene la familia se la dio Dios para que en su seno creciera cada vez más la verdad, el amor y la belleza". Papa Francisco