En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
"Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o bien obedecerá al primero y no le hará caso al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero.
Por eso les digo que no se preocupen por su vida, pensando en qué comerán o con qué se vestirán. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo que ni siembran, ni cosechan, ni guardan en graneros y, sin embargo, el Padre Celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes más que ellas? ¿Quién de ustedes, a fuerza de preocuparse, puede prolongar su vida siquiera un momento? ¿Y por qué se preocupan del vestido? Miren cómo crecen los lirios del campo, que no trabajan ni hilan. Pues bien, yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vestía como uno de ellos. Y si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy florece y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe?
No se inquieten, pues, pensando: ¿qué comeremos o qué beberemos o con qué vestiremos? Los que no conocen a Dios se desviven por todas estas cosas; pero el Padre Celestial ya sabe que ustedes tienen necesidad de ellas. Por consiguiente, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura. No se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá ya sus propias preocupaciones. A cada día le bastan sus propios problemas".
Palabra del Señor.
Autor: P. Ángel Ortiz Vélez
Cada persona tiene su historia personal y familiar; sus preocupaciones. Somos frutos del ambiente donde nacimos, crecemos, vivimos y nos desarrollamos como personas y cristianos. Pasamos experiencias que nos marcan, unas positivas y otras negativas: contrariedades, fracasos, limitaciones, necesidades, enfermedades, la muerte de las personas que amamos y en muchas ocasiones sentimos el abandono de Dios. Estas experiencias dejan huellas en nuestras vidas y en el alma.
Pero la realidad es que Dios nunca nos abandona ni nos deja solos. Aunque nos quejemos, Él está allí, sale a nuestro encuentro y su providencia siempre nos acompaña en cada paso que damos, en cada momento que vivimos. Nos queda descubrir en nuestro diario vivir que Dios NO abandona nunca a nadie, que SIEMPRE SE PUEDE CONFIAR MÁS EN ÉL.
Dios sale al paso nuestro en todos los momentos y circunstancias de la vida, especialmente en las pruebas. El Evangelio de Mateo (6, 24-34) nos muestra, de diferentes formas, que debemos confiar en Dios, en su amor y providencia. Jesús al hablarle a sus discípulos nos habla a nosotros, en otras palabras, nos enseña a no estar agobiados por la vida pensando en qué comeremos o beberemos, o cómo nos vestiremos el cuerpo. SI TRATA TAN BIEN A LOS PÁJAROS Y A LAS FLORES DEL CAMPO, HAY QUE CONFIAR EN ÉL.
En este tiempo de tanta prueba y de falta de esperanza, donde decimos "esto esta malísimo", confiemos en su amor y providencia. Oremos. Trabajemos por un mundo mejor, lleno de amor y esperanza. Dios nunca nos abandona.