Cuando Judas salió del cenáculo, Jesús dijo: "Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Y si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará. Hijos míos, yo estaré con ustedes por muy poco tiempo. Les doy este mandamiento nuevo: que se amen unos a otros. Ustedes se amarán unos a otros como yo los he amado. Así reconocerán todos que ustedes son mis discípulos: si se aman unos a otros".
Palabra del Señor
El Amor
Hablar del amor en el mundo de hoy es complejo porque la sociedad actual tiene unas ideas erroneas sobre el amor que muchas veces pretende aplicar al amor cristiano. Lo primero que hay que decir del amor es que no es un simple sentimiento. No es algo que radica en los cinco sentidos o penetre por ellos. El amor es una fuerza, es una virtud.
Como virtud, el amor capacita al hombre para la realización de actos concretos que le son propios a la virtud; haciendo al hombre capaz, capaz de amar como Dios ama porque el amor cristiano es una participación del amor de Dios. Es decir, por la acción del Espíritu Santo el cristiano puede obrar amando como Dios ama. ¿Cómo Dios ama? El amor de Dios es un amor de entrega, de desprendimiento. Es una donación de sí mismo al otro. Por lo que podemos decir que el que ama se da al otro sin esperar nada a cambio. Como fuerza divina, el amor cristiano mueve al hombre a la acción. Es un impulso interior a hacer el bien a todos sin distinción. No solo se hace bien al que bien te hace sino incluso mueve a obrar el bien en favor del que te hace mal.
Como cristianos nos falta mucho por aprender a vivir el amor de Dios. Pero esta actitud es necesaria para ser un verdadero discípulo del Señor. No se puede ser discípulo y no amar. Dejemos que el Espíritu Santo, fuerza de Dios, actúe en nuestro corazón y nos lleve a amar como Dios ama.
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