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En estos días de Navidad, días que hemos procurado todos vivir en familia, nos acercamos al portal de Belén, vemos a Dios que ha nacido hecho niño y está acostado en un pesebre, y vemos junto a Él a María y a José. Por eso, en este domingo dentro de la octava de Navidad la Iglesia celebra la solemnidad de la Sagrada Familia. En este mundo nuestro en el que el tema de la familia es tan delicado y sobre el que se habla tanto, la liturgia nos muestra el modelo de todas las familias cristianas: Jesús, José y María, la familia de Nazaret.
1. Dios nace y se educa en una familia. En Navidad celebramos que Dios se hace hombre, y asume todo lo que es propio del ser humano. Si hay algo que forma parte indispensable del ser humano es la familia. Todos hemos nacido y nos hemos educado en una familia, para después formar muchos su propia familia. La familia ha sido y sigue siendo fundamental para cada uno de nosotros, pues de la familia hemos recibido la educación primera y más importante, en ella hemos forjado nuestra propia personalidad, en nuestra familia nos apoyamos cuando tenemos alguna necesidad, y en familia celebramos los acontecimientos más importantes de nuestra vida. Pues del mismo modo que para cualquier persona humana la familia es importante, Dios, al tomar la condición humana, nace también en una familia. Escuchamos en el Evangelio de hoy la responsabilidad de María y de José como padres de Jesús, en su vida diaria y oculta en Nazaret. Es hermoso imaginar cómo Jesús, desde su nacimiento, iría educándose y creciendo de la mano de María, su madre, y de san José. De ellos aprendería tantas cosas, como cualquier niño, y sus padres irían formando poco a poco la naturaleza humana de Jesús. Dios nace y se educa en una familia, como cualquier persona, pues Dios se hizo hombre con todas sus consecuencias.
2. La familia hoy. La familia de Nazaret se convierte para nosotros en modelo de nuestra propia familia. Ellos nos enseñan cómo vivir en familia, nos descubren la importancia que nuestros padres y familiares tienen para nosotros. Pero cuando miramos cómo están las familias hoy en día descubrimos que ciertamente pasan por dificultades y crisis serias. No hay conciencia hoy de la importancia que tiene la familia, y tampoco se favorece que crezca esta importancia en la conciencia de las nuevas generaciones. Hoy no se valora a los ancianos, ni se buscan medidas que protejan a los más pequeños, incluso a los no nacidos. No hay medidas de ayuda a la maternidad, ni a las familias numerosas. No se favorece la conciliación entre el trabajo y la familia. Y así es hoy muy frecuente encontrar familias que sufren, que pasan por crisis a veces muy duras. Es fácil hoy conocer a muchos padres que sufren a causa de sus hijos, a matrimonios que rompen con facilidad la convivencia conyugal, a mujeres que sufren agresiones por parte de sus maridos, hijos que son maltratados por sus padres… Y ante todo esto, la Iglesia nos muestra a la Sagrada Familia de Nazaret como modelo y ayuda para las familias de hoy. Es necesario, hoy especialmente pero también todos los días del año, rezar mucho por las familias, por la nuestra propia y también por las familias que sufren por motivos tan diversos. Que María y José, junto con Jesús, ayuden a todos aquellos que tienen serias dificultades familiares.
3. La Iglesia, la gran familia de los hijos de Dios. Pero no sólo tenemos la familia carnal. Hay otra familia mucho más grande y también muy importante para nosotros: es la familia de la Iglesia. Porque todos somos hijos de Dios por medio de Jesucristo, todos somos también hermanos. Y por tanto, todos los cristianos distribuidos por todo el mundo somos miembros de una misma familia que es la Iglesia. Esta familia se concreta para cada uno de nosotros en nuestra parroquia. Aquí hemos de vivir los mismos valores que vivimos en la familia, como son la solidaridad, la ayuda mutua, la formación… Y como cualquier familia, la Iglesia también se reúne alrededor de una mesa para celebrar los acontecimientos más importantes y para compartir el día a día de la vida de familia. La mesa alrededor de la cual se reúne la familia de la Iglesia es el altar de la Eucaristía. Cada domingo nos reunimos los cristianos para celebrar lo mejor que tenemos en nuestra familia: el amor de Dios Padre que se nos manifiesta en el Hijo.
En este domingo, solemnidad de la Sagrada Familia, no nos olvidemos de dar gracias y de rezar por nuestra familia, pero también por tantas familias que sufren por causas tan diversas. Que todos nosotros, hijos de Dios por Jesucristo, nos sintamos miembros de la familia de la Iglesia, que en ella aprendamos a vivir el amor, a compartir y a ayudarnos mutuamente, viviendo entre nosotros lo que hoy nos enseña la Sagrada Familia de Nazaret.