Por; P. Ángel Ortiz Vélez
Jesús sigue enseñando, instruyendo y corrigiendo a los discípulos en Cafarnaúm (Mc 9, 38-43, 45, 47-48). En esta ocasión los aconseja y corrige. Juan fue a donde Jesús a decirle que habían sorprendido a uno predicando en su nombre y se lo prohibieron porque no era uno de ellos. Él les contestó: "No se lo prohíban ya que nadie puede hacer un milagro en mi nombre y luego hablar mal de mí" (Mc 9,40).
Jesús no está cerrado a un grupo (en este caso a los doce apóstoles y algunos discípulos más). Él esta predicando por toda Galilea y en ese momento estaba en el lugar que consideraba su casa: Cafarnaúm; por lo que mucha gente lo conocía, lo habían escuchado predicar y lo habían visto hacer signos extraordinarios. El que alguien hiciese un milagro en su nombre demuestra que habían personas, más allá de los apóstoles, que seguían a Jesús y lo reconocían como el Mesías, el enviado por el Padre Dios.
Jesús quiere que le sigan. Su fin es que su palabra y mensaje llegue al mundo entero. Para Él es importante tener discípulos aunque no sean del grupo de los escogidos. A la luz de este hecho podemos ver varias realidades:
- Jesús quiere una Iglesia y un pueblo misionero, abierto al Evangelio; que no excluya sino que atraiga seguidores.
- Quiere fidelidad a su mensaje y abre la acción apostólica a aquellos que predican en su nombre aunque no sean del grupo.
- También marca un sentido moral: que no le quiten la fe a los que creen en Él.
Este Evangelio no invita a sacar de nuestra vida todas las cosas que impiden que el mensaje de Jesús llegue a la gente. Hay que sacar, cortar y arrancar aquellas cosas o actitudes que no nos asemejan a Jesús y que son piedra de tropiezo para entonces hacer que el Evangelio llegue con pureza y rectitud porque el mensaje no es nuestro y no nos podemos predicar a nosotros mismos.
Quiera Dios que como dijo Moisés: "¡Ojalá que el Señor comunique su espíritu a todo el pueblo y profetizarán!"(Números 11,29). Todos estamos llamados a conocer el Evangelio de Jesús, predicarlo a los demás con valentía y a ser en nuestro diario vivir profetas y misioneros.