Por: P. Ángel Ortiz Vélez
Durante su vida pública, Jesús llevó el mensaje de la Buena Nueva a todos los lugares por donde pasaba. Al llegar a los pueblos iba a la sinagoga y allí predicaba el Evangelio. De camino, educaba y evangelizaba a los apóstoles y a los demás discípulos que le ayudaban y seguían (hombres y mujeres) para que pudieran entender el misterio de la Cruz y al comprender la Cruz pudieran llegar a conocer quién era Él realmente.
El Evangelio de Marcos recoge tres relatos en los cuales Jesús anuncia su pasión, muerte y resurrección. El primero lo vimos la semana pasada (Mc 8, 31). El segundo anuncio lo vemos hoy: "Les decía: 'El Hijo del Hombre será entregado en manos de los hombres, le matarán y a los tres días de haber muerto resucitará'. Pero ellos no entendían lo que les decía y temían preguntarle" (Mc 9, 31-32).
Jesús los evangelizaba pero los discípulos iban en lo suyo; mientras Jesús les hablaba ellos iban por el camino discutiendo cuál de ellos era el más importante. No habían comprendido el mesianismo de Jesús. Todavía estaban en el sentido judío del mesianismo político. Querían estar con Jesús para ser su mano derecha e izquierda pero con interés material. Jesús los corrige: "Si alguno quiere ser el primero que sea el último de todos y el servidor de todos" (Mc 9, 35).
Los discípulos, con Pedro como cabeza, no querían aceptar la perspectiva del sufrimiento y de la muerte de Jesús el Mesías. Parece que el hombre de todos los tiempos rechaza instintivamente el sufrimiento y la cruz; nos cuesta ver un Dios que sufre, pero Él lo hace con amor por nosotros. Reconozcamos a Jesús en la Eucaristía. Es Él quien se hace presente en su misterio de anonadamiento y de triunfo: muerte en cruz pero misterio de Pascua en la resurrección. ¡Jesús, enséñanos a padecer contigo para resucitar contigo!
Te animo a seguir a Jesús amando la cruz y tomando su ejemplo: Él no vino a ser servido sino a servir. Que esto nos ayude a vivir mejor nuestra vida de fe, sirviendo al hermano.
"La Virgen María, que ha seguido a Jesús hasta el Calvario, nos ayude a purificar siempre nuestra fe de las falsas imágenes de Dios, para adherir a Cristo y a su Evangelio". Papa Francisco- durante el ángelus 13 de septiembre de 2015