Autor: P. Ángel Ortiz Vélez
El capítulo quinto del Evangelio de San Mateo nos da el inicio del Sermón de la Montaña. Comienza con las bienaventuranzas: dónde Jesús nos traza la ley nueva, la forma de vida para vivir su mensaje y lo que deben vivir sus discípulos. También nos advierte la persecución por causa del Evangelio. El mismo Jesús alienta, anima a sus discípulos, para enfrentar las pruebas que le exija en fidelidad al Evangelio (por seguir a Jesús). Él nos dice: "tienen que ser sal de la tierra y luz del mundo".
En esta sexta semana del tiempo ordinario, en Mt 5, 17-37 nos propone algo con más profundidad y exigencia. Jesús nos dice:
"No crean que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos sino a darles plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley. Por lo tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los Cielos. Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los Cielos.
Han oído que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal.
Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar de castigo.
Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano y vuelve a presentar tu ofrenda. Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue al juez, el juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
También han oído que se dijo a los antiguos: No cometerás adulterio.
Pero yo les digo que quien mire con malos deseos a una mujer, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Por eso, si tu ojo derecho es para ti ocasión de pecado, arráncatelo y tíralo lejos, porque más vale perder una parte de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al lugar de castigo. Y si tu mano derecha es para ti ocasión de pecado, córtatela y arrójala lejos de ti, porque más te vale perder una parte de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al lugar de castigo.
También se dijo antes: El que se divorcie, que le dé a su mujer un certificado de divorcio.
Pero yo les digo que el que se divorcia, salvo el caso de que vivan en unión ilegítima, expone a su mujer al adulterio, y el que se casa con una divorciada comete adulterio.
Han oído que se dijo a los antiguos: No jurarás en falso y le cumplirás al Señor lo que hayas prometido con juramento.
Pero yo les digo: No juren de ninguna manera, ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es donde él pone los pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del gran Rey. Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes hacer blanco o negro uno solo de tus cabellos. Digan simplemente sí, cuando es sí y no, cuando es no. Lo que se diga demás, viene del maligno".
De estas palabras parte el nivel de una exigencia que se desarrollará en la liturgia dominical hasta la próxima semana. Jesús nos habla claro, como Yavé le habló a Moisés en el Monte Sinaí. Así Jesús, desde este monte conocido hoy día como el Monte de las Bienaventuranzas (con una vista espectacular del lago de Galilea), nos habla como Dios a sus discípulos y a nosotros, dándonos la ley del amor.
Tenemos que conocer y vivir estos nuevos mandamientos de la ley del amor y las exigencias que Jesús nos enseña en este Sermón de la Montaña:
- Perdón y amor fraterno- no odiar, no maldecir, perdonar siempre
- Capacidad de decisión
- Sinceridad y verdad en cualquier relación humana.
"Dichosos los que caminan en la voluntad del Señor" Sal 118