Autor: P. Harry López
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús algunos saduceos, quienes niegan la resurrección de los muertos, y por eso le preguntaron: "Maestro, Moisés nos enseñó lo siguiente: 'Si uno tiene un hermano casado que muere sin dejar hijos, debe casarse con la viuda para tener con ella hijos que llevarán el apellido del difunto. Había pues, siete hermanos. Se casó el primero, y murió sin dejar hijos. El segundo y después el tercero se casaron con la viuda. Y los siete murieron igualmente, sin dejar hijos. Finalmente, murió también la mujer. Esta mujer, si hay resurrección de entre los muertos, ¿de cuál de ellos va a ser esposa, puesto que los siete la tuvieron por esposa?" Jesús les respondió: "En este mundo los hombres y las mujeres se casan. Pero los que merezcan tener la otra vida y resucitar de entre los muertos, ya no se casarán. Y tampoco morirán, porque serán semejantes a los ángeles. Y son hijos de Dios, pues Él los ha resucitado. En cuanto a saber si resucitan los muertos, ya Moisés lo dio a entender en el pasaje de la zarza, en el que llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob. Ahora bien. Dios no es Dios de muertos, sino de vivos; pues para él siguen viviendo".
Palabra del Señor.
Dios, cuando creó al hombre lo hizo un ser corporal y espiritual. Tenemos un cuerpo y un espíritu; con nuestro cuerpo sentimos, con nuestro espíritu razonamos. El cuerpo es caduco, se deteriora con el paso del tiempo. Por otro lado, el alma espiritual es eterna, perdura por siempre.
La muerte es la separación del alma espiritual del cuerpo material. Donde el espíritu pasa al juicio personal en los cielos y el cuerpo va al cementerio, lugar de los que duermen esperando la resurrección, donde vuelve al polvo del que fue sacado. El alma espiritual perdura y será juzgada por sus acciones. Dios la colocará en el lugar que le corresponda según sus obras: cielo, purgatorio o infierno.
El cuerpo es el llamado a la resurrección pues para que el hombre pueda estar completo como creación divina, tiene que tener un cuerpo y un alma. ¿Qué es la resurrección? Es el devolver a cada alma espiritual su cuerpo sensorial. Pero la promesa es que ese cuerpo será diferente al actual. Será un cuerpo glorificado que participará de la Gloria de Dios. Será un cuerpo que gozará de las cualidades divinas, por lo que no padecerá de ninguna necesidad. El hombre no necesitará de la mujer ni la mujer necesitará del hombre. Luciremos iguales y sentiremos de igual forma, pero seremos superiores porque nuestro cuerpo no tendrá necesidad de nada. Participaremos de los bienes divinos. Será como dice San Pablo, un cuerpo espiritual colmado de bienes más allá de la naturaleza humana.