Autor: P. Ángel Ortiz Vélez
En aquel tiempo, llegando a Jericó, pasaba Jesús por la ciudad. Allí había un hombre llamado Zaqueo. Era jefe de los cobradores de impuestos y muy rico. Quería ver cómo era Jesús, pero no podía hacerlo en medio de tanta gente, por ser de baja estatura. Entonces corrió adelante y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por allí. Cuando llegó a ese lugar, Jesús levantó los ojos y le dijo: "Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que quedarme en tu casa". Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría. Todos entonces se pusieron a criticar y a decir: "Se fue a alojar en casa de un pecador". Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: "Señor, voy a dar la midad de mis bienes a los pobres, y a quién he exigido algo injustamente, le devolveré cuatro veces más". Jesús respondió: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, en verdad, éste también es hijo de Abraham. El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido".
Palabra del Señor.
Zaqueo tenía ancias locas por ver y conocer a Jesús, vence el obstáculo de la estatura y para su sorpresa Jesús, como Dios hace de las suyas, se fija en él, lo llama por su nombre y establece un diálogo. Le dice: "Zaqueo, hoy tengo que hospedarme en tu casa" (Lc 19, 5). Así Jesús tira por el suelo el muro que separaba a los publicanos de los judíos. Con estas palabras Jesús transforma el interior de Zaqueo más allá de las exigencias de la ley o de los prejuicios. Con Zaqueo acontece y llega el don de la salvación. Él baja de la higuera y de pie dice al Señor: "Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres y si de alguno me he aprovechado le restituiré cuatro veces más" (Lc 19, 8). La casa interior de Zaqueo se llena de alegría por estas palabras de Jesús:"hoy me hospedo en tu casa". Lo demuestra con su conversión y Jesús le responde: "Hoy ha sido la salvación de esta casa. porque también éste es hijo de Abraham (Lc 19, 9).
Jesús nos demuestra, en este otro publicano que Él salva, que el dinero o las riquezas materiales son poca cosa, lo más importante es que el hombre se salve y recupere su dignidad. Zaqueo, de publicano pecador y corrupto, recuperó su dignidad al conocer el Señorío de Jesús (le regaló la libertad y le dió la gracia de su salvación). Este pequeño hombre se hizo grande al perder sus ataduras materiales y recobrar la libertad y dignidad.
Podemos decir el refrán "el perfume bueno viene en frascos pequeños", si nos convertimos y salimos al encuentro liberador de Jesús; pero hay otro refrán, "el veneno también viene en frasco pequeño", si nos quedamos en la vida de pecado y de esclavitud.
Zaqueo es para nosotros imagen del ser humano nuevo, liberado por Cristo.