Autor: P. Ángel Ortiz Vélez
En estos días, escuchamos a la gente quejarse, lamentarse de lo malas que están las cosas en el gobierno, la política y el modo en que vivimos, la seguridad en las calles y los hogares, los problemas laborales y en general: lo mala que está la economía en nuestro país, la crisis y la recesión en que se encuentra el mundo entero. En una fila, mientras pagaba la luz y el agua, escuché a personas cansadas, agobiadas y muy violentas contra el gobierno por la forma en que estamos viviendo y porque cada día se nos cobra más por los servicios básicos. En otras palabras: pude palpar en la gente la falta de esperanza, la inseguridad; y hasta andan desequilibrados por la estrechez en que se encuentran.
Hoy Jesús en el Evangelio nos anima: "Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y sus almas encontrarán descanso" (Mt 11, 28-29). En la lectura de Zacarías (9, 9-10) se nos promete un rey que viene, "humilde y montado en un burrito": es el Salvador de Israel, es el Mesías. Él ya vino y en este tiempo de cansancio, de prueba, es nuestra esperanza.
Jesús no nos deja solos, él nos sostiene. Nos falta confianza en Él para vivir y pasar las pruebas de esta vida, en el mundo que Dios nos permitió vivir. Por esto, hoy la aclamación de Jesús en Mateo 11, 25: "Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla" y podemos decir con Jesús, "así Padre te pareció bien".
Jesús, danos tu luz, tu esperanza y la fe para vivir en tu amor, en un mundo cansado, agobiado y sin esperanza.