Autor: P. Harry López
Al comenzar el adviento recuerdo aquella canción gregoriana típica de este tiempo: "Rorate Caeli desuper, et nubes pluant iustum". Es una petición de la Iglesia, tomada del profeta Isaías, en la que se pide al cielo que se abra y derrame sobre nosotros al justo, a Cristo. Realmente este tiempo recoge el deseo de toda la tierra por la venida del Salvador.
Durante el adviento, toda la Iglesia gritará, clamará, pedirá, suplicará, deseará: que venga el Señor, que no tarde. Ha de ser una súplica que brote de nuestro corazón, de nuestra alma: ¡Jesús te necesitamos, ven pronto! No se pone el acento en las primeras dos semanas de este tiempo en el nacimiento de Jesús en Belén, sino que se pide la culminación de esta etapa de la redención con la llegada final de Cristo glorioso.
Si bien las dos primeras semanas del adviento se centran en la venida final y las últimas en su nacimiento en Belén, no es menos cierto que durante todo este tiempo se pide una tercera venida: pedimos a Cristo que baje sobre los hombres hoy y nos haga nacer a una nueva vida. Como la lluvia cae sobre la tierra, la empapa y la hace germinar, pidamos a Cristo que venga al desierto de nuestra vida; que nos empape con su preciosa sangre salvadora y haga germinar en nosotros un hombre nuevo con un corazón nuevo.
¡Ven Salvador!