Vicario Parroquia San Miguel Arcángel
“La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular” (Salm. 118, 22), dice el salmista. Una vez me preguntaron, ¿cuál es la diferencia entre un héroe y un salvador? Me impactó la pregunta ya que ambos están al servicio de la vida y tienen en sus manos la oportunidad de cambiar muchas. Sin embargo, existe una diferencia. Pueden existir muchos héroes en nuestra vida, pero salvadores sólo uno: Jesucristo.
Los héroes pueden utilizar todos los medios que están a su servicio para alcanzar muchos bienes económicos, sociales, de infraestructuras, etc. Pero el Salvador puede dar algo más que todos los héroes del mundo: puede dar su vida en rescate por muchos y recuperarla. Esa es la gran diferencia entre los héroes y nuestro Salvador. Nuestro Salvador da la vida y su vida es capaz de cambiar la de muchos.
El mundo de hoy, lamentablemente, no quiere un Salvador, sino héroes que le respondan al momento. Héroes que le resuelvan sus problemas económicos y amorosos. La oferta de Jesús va mucho más allá de un resuelve problemas; de un botiquín de primeros auxilios. Jesús nos propone una edificación sólida y diferente a las respuestas inmediatas del mundo. Propone una edificación nueva: es la roca firme que sostiene nuestras vidas.
Edificar nuestra vida en Cristo es siempre un proceso largo y difícil. Muchos desechan e ignoran la invitación de Jesús porque no da resultados inmediatos. Al final acaban por desechar la Piedra Angular y se deciden a edificarse; a autorrealizarse con ideas extrañas que acaban por destruir la vida y el corazón. La vida en Cristo, en la Piedra angular, amerita paciencia y perseverancia. Constantemente se está edificando en las manos de Dios y esto es algo que no muchos están dispuestos a hacer. Sin embargo, es el camino más seguro. Por ello debemos dar espacio a Dios en nuestra vida. Debemos hacer nuestra parte, pero también dejar a Dios que haga su parte. De lo contrario caeremos en el pecado de la autosuficiencia espiritual que nos hace pensar que somos héroes y salvadores de nuestra propia vida. Lo lamentable de todo es que por salvar nuestra vida; acabaremos por perderla.