Autor: P. Harry López
Este domingo ocurre algo que muy pocas veces sucede en la liturgia: celebramos la fiesta de dos apóstoles, Pedro y Pablo. La liturgia dominical se centra en Jesucristo y su obra redentora pero reconoce que, dentro del desarrollo y expansión del Evangelio, estos dos hombres (Simón y Saulo) jugaron un papel importante. De ahí el hecho de que Jesús mismo les cambiase el nombre a los dos, dándole el de Pedro y Pablo respectivamente.
Desde el comienzo de la Iglesia, Pedro es el pilar que la sostiene y guía. Por eso Jesús le llama "piedra", indicando que ha de ser fuerte y sólido ante los ataques que vendrán sobre su Iglesia. Pedro era un pescador, hombre sencillo, tosco y fiel. El recordar hoy su persona es una invitación a ser fuertes ante los ataques a la fe, porque si somos fieles a Dios Él también nos será fiel y no permitirá que el mal triunfe y destruya la verdad revelada. Pedro nos alienta a seguir adelante, a no desfallecer ante la incomprensión y, a veces, ataques por seguir los mandatos y preceptos del Señor. Él dio la vida por Cristo en Roma. Titubeo en un momento pero luego encontró en Dios las fuerzas y enfrentó la muerte durante la persecución de Nerón en Roma.
Por otro lado tenemos a Saulo, quien fue perseguidor de los cristianos; luego, con un encuentro personal con Cristo que lo dejo ciego, se convierte al cristianismo. Se le conoce como el apóstol de los gentiles - no judíos - porque su ministerio se desarrolló en medio de comunidades de hombres que no eran judíos. Es él quien hace a la Iglesia universal en un principio. Si Pedro le da solidez y guarda la fe recibida, Pablo toma esa fe y la hace cercana a los hombres provenientes de otras culturas no judías. Una de las cosas hermosas de la vida de Pablo es que nada ni nadie lo detiene en su empeño por anunciar a los hombres la buena noticia de la salvación. A lo largo de su vida tuvo detractores que trataron de detenerlo e incluso tirar por tierra su labor evangélica, pero no lo lograron.
Pedro y Pablo son dos pilares de la Iglesia que hoy nos invitan a seguir fieles al Evangelio que hemos recibido. No nos podemos cansar de luchar y avanzar. El triunfo es nuestro. Si perseveramos fieles "la corona de gloria" la recibiremos de manos de Dios y permaneceremos fieles a pesar de las fuerzas contrarias que quieren nuestra derrota. ¡Seamos fieles hasta el final como nuestros apóstoles Pedro y Pablo.
"Mientras iba de camino, ya cerca de Damasco, le envolvió de repente una luz que venía del cielo. Cayó al suelo y oyó una voz que le decía: 'Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?' Preguntó él:'¿Quién eres tú Señor?' Y él le respondió: 'Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Ahora levántate y entra en la ciudad. Allí se te dirá lo que tienes que hacer'." (Hechos 9, 3-6)
"Ananías le respondió: 'Señor, he oído a muchos hablar del daño que este hombre ha causado a tus santos en Jerusalén. Y ahora está aquí con poderes del sumo sacerdote para llevar presos a todos los que invocan tu Nombre'. El Señor le contestó: 'Ve. Este hombre es para mí un instrumento escogido, y llevará mi Nombre a las naciones paganas y a sus reyes, así como al pueblo de Israel. Yo le mostraré todo lo que tendrá que sufrir por mi Nombre'. (Hechos 9, 13-16)