Autor: P. Ángel Ortiz Vélez
¡Hoy nace la Iglesia de Cristo!
Pentecostés significa quincuagésimo día. Para los judíos, es la fiesta que celebran cincuenta días después de la Pascua del Cordero en memoria de la ley que Dios les dio en el monte Sinaí. Nosotros los cristiamos, cincuenta días después de la Pascua de Resurrección, celebramos la Venida del Espíritu Santo. San Atanacio llamó a este domingo " el gran domingo". San Juan Crisóstomo lo llamó "metrópolis de las solemnidades"; otros en la antiguedad lo llamaban "Pascua de las rosas".
Hoy se cumplen las promesas de Jesús. El Espíritu Santo es el Paráclito, el Defensor que Jesús nos dijo que el Padre iba a enviar (Jn 14, 25-26). Es la presencia de Dios en el mundo para darnos la luz de la fe. Como dice san Pablo en la primera carta a los Corintios: "Nadie puede decir: Jesús es el Señor sino guiado por el Espíritu Santo. Hay diferentes dones espirituales, pero el Espíritu es el mismo; hay diferentes obras, pero es el Señor es el mismo; hay diferentes obras, pero es el mismo Dios quien obra todo y en todos. En cada uno el Espíritu Santo revela su presencia, dándole algo que es para el bien de todos" (1 Cor 12, 3b-7). El Espíritu se nos derrama para vivir en nosotros con sus siete dones: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Vemos en la lectura de los Hechos de los Apóstoles cómo se manifiesta el Espíritu con el fuego y con el viento: "De pronto vino del cielo un ruido, como el de una violenta rafaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego las que, separándose, se fueron posando sobre cada uno de ellos; y quedaron llenos del Espíritu Santo, y se pusieron a hablar idiomas distintos, en los cuales el Espíritu les concedía expresarse" (Hch 2, 2-4). En Jerusalén había mucha gente. Los que escucharon dijeron: "todos oímos hablar en nuestros idiomas las maravillas de Dios" (Hch 2, 11).
Profundicemos hoy en el dogma o teología que nos da el Credo sobre el Espíritu Santo:
Creo en el Espíritu Santo
- Señor y dador de vida;
- que procede del Padre y del Hijo;
- que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria;
- y que habló por los profetas.
Y por obra del Espíritu Santo Jesucristo se encarnó de María, la Virgen.
Pidamos, en Pentecostés y siempre, que el Espíritu entre en nuestros corazones para que los renueve y de vida abundante. "Envía tu Espíritu Señor y renueva la faz de la tierra" (Salmo 103).