Autor: P. Harry López Vázquez
¿Qué importancia tiene Pedro para la iglesia primitiva? ¿Qué función realiza en ella?
Todavía hoy se cuestiona la autoridad de Pedro y sus sucesores en la Iglesia. No es de extrañar oír a grupos protestantes atacar la figura del papa y las organizaciones católicas. En el trasfondo sólo hay una auto-justificación de sus acciones al margen de la verdadera autoridad conferida por Jesucristo a Pedro en el pasaje de hoy.
"En aquel tiempo, al llegar Jesús a la región de Cesaréa de Filipo, preguntó a sus discípulos: '¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?' Ellos dijeron: 'Unos dicen que eres Juan Bautista; otros dicen que Elías, otros que Jeremías o alguno de los profetas". Jesús les preguntó: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?' Simón contestó: 'Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo'. Jesús le respondió: 'Feliz eres, Simón Bar-jona, porque eso no te lo enseñó la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y ahora, yo te digo: Tú eres Pedro, o sea "piedra", y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, que los poderes del infierno no podrán vencer. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos: todo lo que ates en la tierra será atado en el cielo, y lo que desates en la tierra será desatado en los cielos'. En seguida Jesús ordenó a los discípulos que no dijeran a nadie que él era el Cristo" (Mt 16, 13-20).
Lo primero que hay que decir es que Jesús cambia el nombre de Pedro como signo de su misión: Simón que es diminutivo de Simeón (que significa caña quebradiza) por el de Cefas -Pedro- que significa piedra. Ya en el nombre se ve que este hombre tendrá que ser fuerte y sólido; que nada ni nadie lo moverá. Ya no es una caña que mueve el viento sino una piedra que da sostén y solidez al edificio que Jesús va a edificar sobre él: la Iglesia. Por lo que podemos decir que una de las misiones principales de Pedro y sus sucesores es sostener la fe de la Iglesia y mantenerla inquebrantable.
Pero la autoridad de Pedro no se centra sólo en el cambio de nombre sino en las palabras que siguen después, donde Jesús le da el poder de las llaves. El poseedor de las llaves es el que tiene la autoridad para abrir y cerrar, para permitir entrar o dejar fuera. Jesús le da a Pedro el poder de abrir el Reino de los Cielos a los hombres; de darle acceso a los bienes celestiales. Es un poder real, verdadero y pleno.
Si vemos el poder de atar y desatar dentro del contexto rabínico de la época de Jesús, se refiere a la autoridad de declarar algo puro o impuro, correcto o incorrecto. Jesús confiere a Pedro la autoridad -propia de los sacerdotes judíos- sobre la Iglesia por lo tanto Pedro es para la Iglesia el guía; el pastor que después de Cristo lleva a las ovejas el Reino de los Cielos. Pedro y sus sucesores darán cohesión a la Iglesia y la alimentarán con el pan de la Palabra evitando que las enseñanzas de Jesús se corrompan o desvirtúen con el paso del tiempo y el pecado de los hombres.
Pedro y sus sucesores son nuestros guías espirituales. Escuchemos al papa Francisco que hoy, como Pedro, nos quiere llevar a Jesucristo y mantenernos en el buen camino del evangelio.