Autor: P. Harry López Vázquez
Los judios quieren atrapar a Jesús y poner al pueblo en contra de él. ¿A quién le gusta pagar impuesto?, a nadie. ¿Qué gobierno no cobra impuesto?, ninguno. Por lo tanto, al estar ante el pueblo y ante las autoridades, el contestar esta pregunta (si hay que pagar impuestos a Roma) es una trampa. Cualquier respuesta aparente iría contra una de las facciones.
Pero Jesús va a la raíz de la cuestión; ¿de quién es esta imagen y esta inscripción? y de ahí la conclusión: dar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios. Lo que le pertenece al Cesar más o menos lo tenemos claro pero lo que le pertenece a Dios quizas no. El mismo pasaje nos da la respuesta en la imagen y la escritura.
¿Qué tengo que dar a Dios? En el libro del Génesis, Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza. Esta es la clave para entender el pasaje. Toda mi vida, todo mi ser le pertenece a Dios porque en él esta la imagen de Dios. Mi vida no es mi vida, mi vida es de Dios y he sido creado para amar a Dios y darle gloria, por lo que tengo que dedicarle a Él lo que le pertenece y saber adminitrar mi vida según su voluntad.
Además llevamos insertado en nuestro corazon la ley natural que Dios nos dio. Más aún, con el Espiritu Santo que se nos ha dado, los cristianos llevamos inscrito en nuestra alma, en nuestro ser, la ley del Amor de Dios.
Somos propiedad de Dios, somos administradores de nuestra vida pero al final se nos pedirá cuenta de lo que hemos hecho con este don que Dios ha puesto en nuestras manos.