Autor: P. Harry López Vázquez
"Jesús agregó: ¿no han leido cierta escritura? Dice así: la piedra que los constructores desecharon llegó a ser la piedra angular; esa fue la obra del Señor y nos dejó maravillados". Mt 21, 42
Cuando se está construyendo un arco de piedra se comienza por los extremos hacia el centro, colocando al final una piedra en forma de cuña que se llama la piedra angular. Esta piedra es la que sostiene a todo el arco en su sitio; a su vez, la fuerza del arco dependerá de la dureza y calidad de esta piedra.
Hoy Jesús en el evangelio se llama a sí mismo "la piedra angular". Lo es porque: primero, el viene al final de la historia de la salvación para sostener todas las promesas de Dios y darle cumplimiento; segundo, la salvación no estaría completa sin su venida y su muerte, tercero, Él, como el nuevo Adán, sostiene al hombre, a la Iglesia, como edificio hecho de piedras vivas.
Jesús es necesario en la historia del hombre, sin Él el hombre no estaría plenamente reconstruido. Es por esto que Jesús quiere llamar al hombre de su época, de toda época. Él es el Hijo del Padre Dios. Ha venido para nuestro bien, para nuestra salvación. Sus palabras quieren hacer despertar al hombre, sacarlo del error, abrirle una nueva senda hacia el Padre. El problema es la sordera del hombre; no queremos escuchar a Jesús.
En su época señaló a los dirigentes del pueblo que en vez de mirar al cielo estaban mirando hacia la tierra. Le es muy fácil al hombre poner sus deseos y pensamientos en la boca de Dios; sí, esto es más fácil que escuchar a Dios y poner por obra su voluntad.
Yo soy la viña del Señor, mi vida me ha sido dada por Dios par