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1.- El padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Seguimos con el capítulo 6 de San Juan, sobre el pan de vida. No quiero repetir lo que ya he comentado en las dos homilías anteriores, referente a las palabras de San Juan, en este mismo capítulo, sobre el pan de vida. Hoy me voy a limitar a escribir algunas frases de San Agustín, cuando habla a sus fieles de Hipona sobre el pan de vida. A san Agustín, asiduo lector de san Pablo, la frase que más le impresiona del Apóstol, cuando habla de la eucaristía, es esta: Vosotros sois el cuerpo de Cristo y sus miembros. Los cristianos somos realmente el cuerpo de Cristo y, si no queremos deshonrar a Cristo, debemos comportarnos como dignos miembros de su cuerpo. Cuando san Agustín habla del cuerpo de Cristo se refiere, evidentemente, al cuerpo místico de Cristo, según la doctrina paulina expuesta en el capítulo 12 de la primera carta a los Corintios. Cuando comulgamos, dice San Agustín, lo hacemos como parte del Cuerpo que somos y del mismo Cuerpo que vamos a recibir. Literalmente dice: Si vosotros sois el cuerpo y los miembros de Cristo, sobre la mesa del Señor está el misterio que sois vosotros mismos y recibís el misterio que sois vosotros. A lo que sois respondéis con el amén. Sé miembro del cuerpo de Cristo para que sea auténtico tu <amén>. Sed lo que veis y recibid lo que sois… Para que exista esta especie visible de pan se han aglutinado muchos granos en una sola masa, como si sucediera aquello mismo que dice la Escritura a propósito de los fieles: “tenían una sola alma y un solo corazón hacia Dios”. Lo mismo ha de decirse del vino; son muchas las uvas que penden del racimo, pero el zumo de las uvas se mezcla, formando un solo vino… Sed también vosotros una sola cosa amándoos, poseyendo una sola fe, una única esperanza y un solo amor. De la comprensión profunda que tenía san Agustín de la presencia del espíritu de Cristo en cada uno de los miembros del cuerpo místico de Cristo cuando nos amamos de verdad, saca el santo otras muchas y bellas conclusiones que no podemos comentar aquí.
2.- Venid a comer de mi pan y a beber el vino que he mezclado. En este texto del libro de los Proverbios el pan y el vino que debemos comer y beber es la Sabiduría con mayúscula. La Sabiduría como encarnación de Dios en un ser humano la referimos los cristianos a Cristo: Cristo es la Sabiduría del Padre. Si nos dejamos guiar por el espíritu de Cristo viviremos sabiamente en nuestra relación con Dios, con el prójimo y con todas las criaturas de Dios. El que tiene el espíritu de Cristo tiene la sabiduría de Dios.
3.- No os emborrachéis con vino, que lleva al libertinaje, sino dejaos llenar del Espíritu.El apóstol recuerda en esta carta a los efesios que, en los cultos paganos, el vino llevaba al libertinaje. Ellos, como cristianos, no debían beber de este vino, sino del vino del Espíritu de Cristo. En los tiempos de san Pablo los primeros cristianos sentían frecuentemente la tentación de participar en los cultos paganos, tal como lo habían hecho antes de convertirse a Cristo. Ahora debían abandonar definitivamente las costumbres paganas, comportándose como auténticos discípulos de Cristo. No nos viene mal también a nosotros, los cristianos del siglo XXI, recordar estas palabras de san Pablo. También nosotros nos vemos todos los días tentados a participar de las ideas y costumbres de una sociedad cada día más paganizada; es bueno que también nosotros renovemos todos los días nuestro propósito cristiano de dejarnos guiar y conducir por el Espíritu de Cristo.