Autor: P. Harry López Vázquez
Ya está muy cerca la Navidad y la Iglesia se alegra por la hermosa noticia de la llegada del Salvador. Será el profeta Isaías el que en la primera lectura de la misa de medianoche nos dé una descripción detallada y precisa del valor profundo de la figura de Jesús para los hombres.
Comienza el profeta diciendo: "El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande, habitaban tierra de sombra y gran luz les brilló". Sin Jesús, el hombre (se refiere a ti y a mí) estaba perdido; su vida no tenía dirección, por causa del pecado caminaba en la oscuridad, no veía el camino, mucho menos sabía hacia dónde ir. La llegada del "Emmanuel" es lo que viene a traer al hombre una luz que le sirve de guía a la vez que le muestra el camino hacia Dios.
Hoy la Iglesia se convierte en el heraldo que anuncia a todos los hombres que Dios ha venido a salvarnos, que Dios ha puesto su casa entre nosotros y en Jesucristo su hijo nos ha hecho hijos suyos. Hoy la Iglesia es ese faro de luz que guía al hombre por el viaje de la vida para que, guiado por los mandamientos de Dios, los hombres lleguemos al puerto de Dios.
Jesús niño colma todas las ansias del hombre porque este niño que nace en Navidad nos abre las puertas de la esperanza, nos abre el camino que lleva a Dios; más bien, el se nos hace camino hasta Dios Padre. ¡Qué alegría porque es Navidad! ¡Qué alegría porque nos viene a visitar! ¡Qué alegría porque Dios entra en nuestras almas y se queda con nosotros para llenar nuestra vida de luz, paz y alegría!