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1.- Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio y, colocándola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras: tú, ¿qué dices? En bastantes casos, Jesús antepuso el amor y la misericordia al cumplimiento de la ley de Moisés. Y no es que Jesús despreciara la ley de Moisés; Jesús no había venido a anular la ley, sino a llevarla hasta su máxima perfección. Así lo vemos en sus discusiones con los escribas y fariseos sobre el cumplimiento de la ley escrita del cumplimiento del mandato del sábado y en sus relaciones con prostitutas, pecadores y otras personas marginadas. El caso que este domingo nos presenta el evangelio de san Juan, sobre la mujer sorprendida en flagrante adulterio, es un caso muy claro y significativo. Fue el amor y la misericordia que Jesús sintió hacia esta mujer lo que le hizo enfrentarse a escribas y fariseos. También nosotros, los seguidores de Jesús, hoy, en este siglo XXI, en nuestras relaciones con personas maltratadas por la sociedad e injustamente marginadas debemos anteponer el amor y la misericordia al cumplimiento de las leyes escritas. Tenemos que saber distinguir siempre entre normas legales y normas morales. Hay muchas normas legales que son claramente injustas. Muchos casos de corrupción y más de un enriquecimiento espectacular se han hecho sin incumplir claramente ninguna ley escrita. Esta es una de las causas más claras, creo yo, de lo injusta que es nuestra sociedad en su desigualdad social y económica. Si nos fijamos, sobre todo, en la desigualdad social que existe hoy día entre distintas naciones, empresas y regímenes políticos esto resulta clarísimo. Nuestro mundo no tiene arreglo si pretendemos hacerlo sólo a base de normas legales; como no entre por medio la justicia moral, el amor y la misericordia, el mundo, nuestro mundo, seguirá siendo terriblemente injusto y perjudicial para muchos, y maravilloso sólo para unos pocos. Todos los cristianos, los seguidores de Jesús, debemos anteponer, en nuestras relaciones sociales, políticas y económicas, el amor y la misericordia, al simple cumplimiento de las normas legales establecidas por los que mandan y gobiernan la sociedad.
2.- Esto dice el Señor: No recordéis lo de antaño: mirad que realizo algo nuevo. Este texto del profeta Isaías va dirigido al pueblo judío que, en parte, estaba volviendo del destierro a Jerusalén. El profeta, es nombre de Dios, les dice que deben seguir esperando en el Dios que les sacó de Egipto y que ahora les conducirá de nuevo hacia su patria, abriendo caminos en el destierro y corrientes en la estepa. Este es el mensaje de este texto también hoy para nosotros: no debemos perder nunca la esperanza en el Dios que nos salva. Con mucha más razón aun los que creemos en Jesús como salvador, que no vino a juzgar al mundo, sino a salvarlo, debemos superar siempre los momentos de dificultad y desánimo, no perdiendo nunca la esperanza en Dios. Es cierto que Dios quiere que no dejemos nunca de sentirnos responsables directos de nuestros actos, pero, por encima de nuestras fuerzas, está siempre la gracia y la misericordia de Dios; esta es la razón más profunda de nuestra esperanza cristiana. El Señor estará siempre grande con nosotros, por eso debemos vivir siempre alegres, como nos dice hoy el salmo responsorial, el salmo 125.
3.- Hermanos: todo lo considero pérdida comparado con el conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Todo lo considero basura con tal de ganar a Cristo y ser hallado en él, no con una justicia mía, la de la ley, sino con la que viene de la fe en Cristo. San Pablo, en esta carta a los Filipenses, les recuerda su vida y les dice que él cambió radicalmente de vida y conducta después de haberse encontrado con Cristo. Pues pidamos ahora nosotros al apóstol que también nosotros vivamos, como cristianos que somos, pendientes siempre del evangelio de nuestro Señor Jesucristo.