En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: "He venido a traer fuego a la tierra ¡y cuánto desearía que estuviera ardiendo!". Tengo que recibir un bautismo ¡y cómo me angustio mientras llega! ¿Piensan acaso que he venido a traer paz a la tierra? De ningún modo. No he venido a traer la paz, sino la división. De aquí en adelante, de cinco que haya en una familia, estarán divididos tres contra dos y dos contra tres. Estará dividido el padre contra el hijo, el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra".
Palabra del Señor.
"¿Piensan que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división".
La figura de Jesús, la persona de Jesús, exige al hombre tomar decisiones. Ante Jesús el hombre no puede permanecer neutral, hay que elegir: se es de Cristo o No. Aquí esta la división que Jesús vino a traer al mundo. Todo hombre ante Jesús tiene que elegir: o lo sigue o lo rechaza. Esta elección es la que marca la división en el hombre; división entre los que le siguen y aman a Jesús y los que lo rechazan y viven de espaldas a Él. Es un enfrentamiento que a través de la historia ha tenido momentos cruentos y momentos de solapada persecución.
Cuando se decide seguir a Jesús y ser testigos de la luz obrando rectamente haciendo en nuestra vida la voluntad de Dios nos convertimos en sus testigos aquí y ahora. Nuestro obrar será diferente, viviremos como hijos de la luz: con un pensar y actuar diferente a los demás hombres pues Dios ilumina nuestras vidas y le da un sentido y valor diferente al que los hombres que no conocen ni aman a Dios tienen.
Siempre el bien y el mal han entrado en conflicto al igual que la verdad y la mentira. Por lo tanto, cuando yo digo ser del bando del bien y la verdad seré atacado por los que se oponen a estos. Es por eso que como cristianos no podemos dejar de ser lo que somos. No podemos dejar de mostrar con nuestra vida y acciones que a quien seguimos es a Jesús.