En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Tengo muchas cosas más que decirles, pero ustedes no pueden entenderlas ahora. Pero cuando él venga, el Espíritu de la Verdad, los introducirá a la verdad total. Él no vendrá con un mensaje propio sino que les dirá lo que ha escuchado, y les anunciará las cosas futuras. Me glorificará porque recibirá de lo mío para revelárselo a ustedes. Todo lo que tiene el Padre también es mío. Por eso les he dicho que recibirá de lo mío para anunciárselo".
Palabra del Señor
El misterio de la Santísima Trinidad
Hablar de Dios es difícil porque el conocimiento que el hombre puede tener de Él es por revelación. Si bien el hombre, por el uso de la razón, puede llegar al conocimiento de la existencia de Dios, este conocimiento por las consecuencias del pecado, no está libre de error. Por lo cual el hombre puede conocer que Dios existe pero puede llamar con el nombre de Dios a cosas o fuerzas naturales que realmente no son Dios. Por lo tanto, el verdadero conocimiento de Dios lo tenemos por revelación divina: Dios nos ha dicho quién es Él y qué hay en Él.
Dios para el hombre es un misterio al cual hay que acercarse desde la fe. Todo misterio revelado contiene en sí dos realidades que para la razón humana son opuestas y por lo tanto imposibles de conciliar. Por ejemplo, en el misterio de la Santísima Trinidad Dios se nos ha revelado como una sola naturaleza divina pero a su vez en él hay Tres personas divinas. Que Dios sea uno y tres a la vez es incomprensible para la razón humana.
Cuando Dios nos revela un misterio no lo hace para que el hombre lo comprenda sino para que el hombre pueda acercarse a Él por un camino más seguro y firme. La revelación del misterio de la Santísima Trinidad es para que el hombre pueda sostener relaciones personales con cada una de las personas divinas. Por ejemplo, el cristiano no ha de amar solo a Dios: ha de amar al Padre, amar al Hijo y amar al Espíritu Santo de manera específica pues son tres personas distintas.
En definitiva, cada misterio revelado solo abre las posibilidades para que el hombre de fe se acerque a Dios, lo ame y lo siga. Nuestro Dios Trino nos ha abierto su intimidad divina para que nosotros entremos por el corazón de Cristo en su intimidad y allí le amemos tal cual es: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Bendito sea Dios Padre, que nos ha creado!
¡Bendito sea Dios Hijo que nos ha redimido!
¡Bendito sea Dios Espíritu Santo que nos santifica!
¡Bendita sea la Santísima e Indivisible Trinidad,
ahora y siempre!
Amén.