Autor: P. Ángel Ortiz Vélez
La Solemnidad del Corpus Christi es la fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo. Dicho en arroz y habichuelas (como boricuas) simplemente: la fiesta de la Eucaristía. Jesús se hace presente de nuevo en toda Eucaristía. Siempre que asistimos a Misa, sea en la semana o a la misa dominical, celebramos el sacramento de la entrega de Jesús en sacrificio a su Padre Celestial para redención de nosotros los hombres pecadores.
El Jueves Santo, en la última cena con sus discípulos, Jesús instituyó la Eucaristía. En el marco de la cena pascual judía tomó un poco de pan ácimo y vino, y pronunciando la bendición lo convirtió en su cuerpo y sangre. Como nos dice Marcos: "Durante la comida Jesús tomó pan, y después de pronunciar la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: 'Tomen, esto es mi cuerpo'. Tomó luego una copa, y después de dar gracias, se la entregó y todos bebieron de ella. Y les dijo: 'Esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que será derramada por muchos. En verdad les digo que no volveré a probar el fruto de la vid hasta el día en que beba vino nuevo en el Reino de Dios' (Mc 14, 22-26).
Jesús nos dejó el memorial de su pasión y nos dice: "Hagan esto en memoria mía". Es el memorial de su pasión, muerte y resurrección; es la actualización de su sacrificio en la Cruz. Es el verdadero sacrificio de Cristo que se repite cada vez que se celebra la Misa. Se hace presente Jesús, en ese pan y vino, en su cuerpo, alma, sangre y divinidad. En este sacramento de nuestra fe o en este memorial suyo, Cristo viene otra vez a nosotros bajo la apariencia de pan y vino.
La costumbre de sacar el Corpus Christi del templo viene del siglo XIII. Es una manera de darle el culto de adoración que Él merece de sus hijos redimidos por su sangre preciosa. También es una manera de dar a conocer a Jesús Eucaristía. Al procesionar con Él damos testimonio de esta gran verdad de fe: que Jesús está con nosotros y nos acompaña, nos alimenta y bendice. Es Jesús a su vez el que nos invita a celebrar su memorial, se nos da otra vez como se dio en la cruz para salvarnos. Vuelve a entregarse y sacrificarse como lo hizo en la cruz pero ahora lo hace sacramentalmente y de manera incruenta, pero real. No es algo simbólico, sino que es sacramental; es el misterio de nuestra fe y de nuestra redención (como decimos en cada misa después de la consagración).
En esta fiesta pido a Jesús Eucaristía que sea el alimento de vida eterna. Que cada cristiano crezca y profundice en el amor a este sacramento de redención. Dijo el papa Francisco en la fiesta del Corpus este pasado 4 de junio: "Aprendamos que la Eucaristía no es un premio para los buenos sino la fuerza para los débiles; para los pecadores, el perdón. Es el estímulo que nos ayuda a ir a caminar".
Termino diciendo con el papa Francisco: "En la Última Cena, Jesús dona su cuerpo y sangre mediante el pan y el vino, para dejarnos el memorial de su sacrificio de amor infinito".