En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No pierdan la paz. Si creen en Dios, crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Si no fuera así, yo se lo habría dicho a ustedes, porque ahora voy a prepararles un lugar. Cuando me haya ido y les haya preparado un lugar volveré y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. Y ya saben el camino para llegar al lugar a donde voy".
Entonces Tomás le dijo: "Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?" Jesús le respondió: "Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí. Si ustedes me conocen a mí, conocen también al Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto".
Le dijo Felipe: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta". Jesús le replicó: "Felipe, tanto tiempo hace que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces? Quien me ve a mí, ve al Padre. ¿Entonces por qué dices: 'muéstranos al Padre?' ¿O no crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que yo les digo no las digo por mi propia cuenta. Es el Padre, que permanece en mí, quien hace las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Si no me dan fe a mí, créanlo por las obras. Yo les aseguro: el que crea en mí hará las obras que hago yo y las hará aún mayores, porque yo me voy al Padre".
Palabra del Señor.
Autor: P. Harry López
En el evangelio de hoy, Jesús se refiere a sí mismo como "el camino, la verdad y la vida". Esta es una frase muy conocida pero quizás muy poco meditada y reflexionada en sus implicaciones en nuestra vida cristiana.
El que Jesús sea el camino quiere decir que es el único camino; no es un camino entre muchos para llegar al Padre. No; si queremos llegar al Padre hemos de ir a través de Jesús. Él es la única forma segura que tiene el hombre para encontrarse con Dios Padre. Ser el camino implica que es el medio para alcanzar la meta. Sólo a través de Jesús, de su imitación, de su seguimiento, alcanzaremos ser agradables al Padre. ¿Quieres llegar al cielo?, pues ve tras las huellas de Jesús.
Ciertamente ir por este camino tiene unas exigencias y la principal es escuchar a Jesús porque sólo Él tiene palabras de vida eterna. Tenemos que oír al pastor de este rebaño que nos trae la verdadera Palabra de Dios. Jesús es la verdad, Él es lo cierto, lo veraz, el que no engaña ni confunde. Jesús no quiere confundir ni liar al hombre con palabras extrañas y complicadas. No; Él es claro con nosotros. Sólo a Jesús hay que escuchar pues Él nos muestra la única forma de obrar que nos hará merecedores de un lugar en las moradas eternas: "Ama a Dios y al prójimo".
Si seguimos a Jesús, si vamos tras sus huellas, escuchando la palabra de Dios que brota de sus labios, podremos tener vida eterna. La vida de los bienaventurados, la vida eterna, el gozo de estar con el Padre Dios toda la eternidad, es un don que Cristo ha obtenido - con su muerte y resurrección - para los hombres. Vayamos a Cristo, bebamos en las fuentes de su Palabra y entonces alcanzaremos vida abundante.