Vicario Parroquia San Miguel Arcángel
Nos dice el Concilio Vaticano II en la Constitución Lumen Gentium n.49 que la Iglesia goza de una comunión de bienes espirituales. El mayor de ellos la Santa Misa. Es en ella donde se encuentran la Iglesia triunfante, la Iglesia peregrina y la Iglesia purgante. Podemos decir que la Eucaristía es el punto de encuentro y de reunión de la Iglesia de Cristo.
En este día de todos los santos la Iglesia celebra la gloria de los que ya gozan de la presencia de Dios. La comunidad de cristianos que han muerto en la gracia de Dios se les conoce como Iglesia triunfante. Esta Iglesia contempla a Dios cara a cara y gozan de la plenitud eterna de la gloria de Dios. También interceden por las almas de la Iglesia peregrina, los que aun en la tierra peregrinamos a nuestra patria celestial, y por las almas de los fieles difuntos para que purificados de toda mancha contemplen el rostro de Dios.
La santidad no es una moda de la antigüedad sino la llamada de Dios a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, redimidos por la gracia bautismal. Muchos creen que la santidad es algo aburrido, en otras ocasiones inalcanzable y a otros simplemente le da lo mismo. Tampoco es algo inalcanzable pues “Dios no da cargas que uno no pueda sobrellevar” (cfr. 1 Cor 10, 13). La santidad más allá de ser un premio; es un estilo de vida. Es desear vivir en la tierra lo que esperamos contemplar en el Cielo. En efecto, es una forma de vida que nos pone en comunión con Dios y con los hermanos.
En este tiempo la Iglesia reconoce a los santos sin altar. Es decir, a todos aquellos santos que gozan de la patria celestial pero que no han sido canonizados por la Iglesia. Decía al respecto el papa Francisco: “me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo…Esa es muchas veces la santidad de la puerta de al lado, de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, para usar otra expresión, la clase media de la santidad” (GE. 7).
La santidad es posible porque para Dios no hay nada imposible. Los santos pueden estar muy cerca de nosotros e incluso estamos llamados a vivir ese estilo de vida. Esto no significa que estaremos todo el tiempo orando, ni que dejaremos de pasar dificultades. Significa que contaremos con la gracia de Dios para caminar por esta vida en su presencia hasta contemplarlo tal cual es. Entonces y solo entonces seremos bienaventurados.