Por: P. Ángel Ortiz Vélez
Las personas que escucharon en la sinagoga de Cafarnaúm el discurso de Jesús sobre el Pan de Vida (Capítulo 6 del Evangelio según san Juan) terminaron en una crisis de fe ante las palabras del Maestro. El círculo de personas que lo escuchó era amplio: sus discípulos o seguidores y los doce apóstoles. Los seguidores terminaron desertando, abandonando a Jesús porque no lo entendieron aún con lo claro que les habló. ¡Cuánto nos cuesta creer y aceptar las enseñanzas de Jesús!
Muchos discípulos abandonaron a Jesús en aquel momento y hoy día hay muchos cristianos que no dan crédito a sus palabras. El discurso del Pan de Vida sigue resultando escandaloso porque quien lo escucha no profundiza en la importancia de que "es el Espíritu quien da vida, la carne no sirve de nada" (Jn 6, 63). Jesús se nos da en la Eucaristía para que tengamos vida de verdad.
El papa Francisco dijo hace unos días: "La Eucaristía es el cielo en la tierra". Esto parece exagerado pero es la realidad. Ya aquí y ahora hay que estar unidos a Jesús; estar con Él y ser testigos de la vida que nos comunica en la Eucaristía. El Papa nos recordó que: "La Eucaristía no es un premio para los santos sino que es alimento para los débiles que buscan a Jesucristo... para que lo puedan encontrar." Pero, ¡cuánto nos cuesta creer y vivir las enseñanzas de Jesús y del magisterio de la Iglesia a través del Papa!
Pidamos a Jesús, como hijos suyos, crecer en fe personal para saber profundizar en su presencia en el Pan de Vida (la Eucaristía), para que podamos saber saborear ese Pan y experimentar y comunicar con certeza lo que creemos y sabemos. Así a la pregunta de Jesús "¿acaso ustedes también quieren marcharse?" (Jn 6,67) contestemos como Pedro: "Señor, ¿a quién iremos? Tu tienes palabras de vida eterna" (Jn 6,68).