Dios quiso que nuestros dos sacerdotes escribieran para esta semana. Sin saberlo, ambos escribieron para el blog. Como transcriptora, he unido ambas reflexiones. El texto escrito por P. Harry aparece en letra itálica. Es una hermosa manera de celebrar el primer año de nuestro proyecto de evangelización por internet. ¡Gracias Padres por decir que Sííí...!
El Domingo de Ramos marca el inicio de la Semana Santa, conmemorando la entrada de Jesús a Jerusalén (Mt 21, 1-11). Según la tradición, en la Iglesia se le dan los nombres de Semana Mayor, La Gran Semana, Semana Grande. San Juan Crisóstomo se preguntaba por qué llamarla "grande". Él mismo respondía que lo hacemos "porque en ella se realizaron en nuestro favor bienes grandes e inefables". Esos bienes grandes se realizaron junto con la escena que contemplamos hoy (Domingo de Ramos), la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén. Hoy día, en nuestros templos, con la celebración de la bendición y procesión de los ramos aclamamos: "Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosana al Hijo de David". Lo proclamamos Rey, como los judíos en su tiempo, y así le acompañamos en su Pasión. En la bendición se proclama el Evangelio de la entrada de Jesús a Jerusalén, luego la procesión y en la Eucaristía se hace el relato de la Pasión del Señor según San Mateo, para ponernos en la realidad del paso pascual de Jesús, de la muerte a la vida. La Eucaristía de este domingo fortalece nuestros corazones para ser buenos discípulos y siervos de Dios como Jesús, el Siervo obediente hasta la muerte (por nosotros) en la Cruz.
La celebración del Domingo de Ramos, con la lectura de la pasión, nos pone en perspectiva y nos señala hacia dónde debe estar dirigida no solo nuestra mirada, sino toda la reflexión durante estos días santos. La pasión, muerte y resurrección de Cristo ha de ser el foco de atención en estos días. Hemos de mirar hacia el Gólgota - Monte Calvario - y desde allí ver cuánto ama Dios al hombre. La muerte del Hijo de Dios, del inocente, nos abre las puertas del cielo. Es un Dios que se entrega, que se coloca en lugar nuestro, para que el hombre no sea más presa del pecado y de la muerte.
Este es el misterio que celebramos esta semana, de manera especial en los días del Triduo Pascual: con la Ultima Cena el Jueves Santo, donde Jesús instituye la Eucaristía, el Sacerdocio y nos da el mandato del amor en el servicio a los demás (lavar los pies); el viernes, el misterio de la Cruz (su muerte), donde derrama su sangre para nuestra redención, y el sábado-domingo de Pascua, contemplamos su resurrección. Dice el Papa Francisco: "La Cruz no es un ornamento del altar, sino el misterio del amor de Dios".
Jesús toma la cruz como llave, con la cual abre las puertas del paraíso que Adán había cerrado con su pecado. La Cruz para los cristianos no es signo de muerte, no es signo de derrota. No; la Cruz es signo de victoria, es signo de vida, es signo de esperanza. Jesús, con su muerte y resurrección, nos ha dado nueva vida, ha dado al hombre una nueva oportunidad para acercarnos a Dios Padre.
Te invito a vivir estos días santos, de la Semana Santa, Mayor o Grande, mirando la cruz de Cristo (que es el precio de nuestra salvación). Vívelos intensamente, ayudando a los demás a tener vivencias y experiencias de la fe. No es semana de vacaciones, fiestas, borracheras, playas o estar pasándola bien de espaldas a Dios. Es el tiempo de Jesús; es tiempo que debemos dedicar para estar con Él, acompañarlo en la cruz y descubrir el valor verdadero de nuestra vida cristiana. Es vivir el centro de nuestra fe, al estar con Jesús en su Pasión, Muerte y Resurrección. La cuaresma nos preparó para la Pascua, ese paso de Jesús de la muerte a la vida, de las tinieblas a la luz, del pecado a la gracia.
Esta Semana Santa es una nueva oportunidad que Dios nos da para contemplar su amor y, contemplando cuanto Dios nos ama, respondamos con un amor sincero a Dios y vayamos por sus sendas de bien y verdad. Mira al que traspasaron y ábrele tu corazón. Dios sale a buscarte hoy... déjate encontrar.
Que Jesús Resucitado, el que es nuestra Pascua, nos motive a ser testigos hoy día de Cristo que ha vencido a la muerte, las tinieblas y el pecado. Jesús nuestra Pascua, Resucitado, es vida que no se apaga y es la gracia santificante que nos lleva a vivir su propia vida para hacernos partícipes de su gloriosa resurrección.
Con los mejores deseos y bendiciones: ¡Felices Pascuas de Resurrección!
Tus sacerdotes,
Padre Ángel y Padre Harry