Autor: P. Ángel Ortiz Vélez
Dios no es aburrido ni algo estático, es una comunidad alegre de amor que existe desde la eternidad. No fue creado por nadie. Dios es quien crea todo lo que existe en el cosmos o el universo. Dios es quien crea todo y lo saca de la nada. Esa es la acción dinámica de Dios y la comunidad de amor y alegría que es Dios la llamamos la Santísima Trinidad: tres divinas personas distintas unidas entre si formando un solo Dios. Nos dice Deuteronomio 4, 39: "Por tanto, reconoce ahora y trata de convencerte de que el Señor es el único Dios del cielo y de la tierra, y que no hay otro".
Dios es el Padre Creador, es el que envía a su Hijo para salvarnos y de ese amor de Padre e Hijo sale el es Espíritu Santo que es el que viene a traernos la verdad plena y a santificar. El Espíritu Santo perpetúa la presencia de Dios en el mundo y lo asiste constantemente para guiar e inspirar la Iglesia fundada por Cristo, su Hijo único. La Santísima Trinidad es la revelación del misterio de Dios. Jesús mismo, en el Evangelio de Mateo (Mt 28, 16-20), nos revela este misterio y esta realidad de su Ser; es en este evangelio el único lugar donde menciona a la Santísima Trinidad. Cuando nos da la misión nos dice: "Por eso vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos". Es un envío dinámico del mismo Dios. Luego de dar la misión Jesús dice: "Bautícenlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado".
Jesús desde el principio anima a sus discípulos y a la Iglesia a trabajar formando comunidad unida en el amor a la Santísima Trinidad. Es un llamado de acción; nos pone a trabajar, y nos garantiza su presencia al decir: "Yo estoy con ustedes todos los días hasta que se termine este mundo". En esta fiesta de la Santísima Trinidad reconozcamos la inhabitación de Dios en nuestras almas. Dios nos da su gracia para que nosotros demos testimonio, prediquemos su amor y reconozcamos que somos templos vivos donde vive la Santísima Trinidad.