Autor: P. Ángel Ortiz Vélez
El tiempo de Navidad es el más corto del calendario litúrgico. Para el común de la gente en nuestro país, después del día de acción de gracias empiezan las navidades, terminan con la fiesta de San Sebastián el 21 de enero o cuando se celebran las fiestas de la Calle San Sebastián en la capital y si se nos deja extendemos lo que llamamos octavitas hasta el día antes de empezar la cuaresma. Pero la realidad es que la Navidad es un tiempo hermoso y a su vez breve.
Litúrgicamente hablando, terminamos la Navidad con la fiesta del Bautismo del Señor el domingo después de la Epifanía o de los Santos Reyes. Ya el lunes siguiente empieza el tiempo ordinario. El evangelio de Marcos (1, 7-11) nos da el relato de Juan el Bautista bautizando en el Jordán. Cuando Jesús pasa por el bautismo de Juan ocurre una manifestación de Dios: se abre el cielo y aparece el Espíritu Santo en forma de paloma y se oye la voz del Padre que dice "Este es mi Hijo amado en quién yo tengo mis complacencias" - y le podemos añadir "escúchenlo"- . Después de Jesús bautizarse comienza su vida pública y empieza a predicar el Evangelio, anunciando que ha llegado el Reino de Dios por toda Galilea.
Hoy es un día para renovar nuestras promesas bautismales, tomar conciencia de lo que es ser bautizado, dar testimonio de Cristo y nosotros, hoy día, anunciar el Reino de Dios. Jesús es el autor del verdadero bautismo y el de Juan es una prefiguración. Termino con las palabras de San Agustín que dice: "Jesús pasó por el bautismo de Juan para enseñarnos con su humildad lo que para nosotros es una necesidad y santificar las aguas del futuro bautismo".
"Muchos de nosotros no tienen el mínimo recuerdo de la celebración de este Sacramento, y es obvio, si hemos sido bautizados poco después del nacimiento. He hecho esta pregunta dos o tres veces, aquí, en la plaza: quien de vosotros sepa la fecha del propio Bautismo, que levante la mano. Es importante saber el día que fui inmerso precisamente en esa corriente de salvación de Jesús. Y me permito daros un consejo. Pero más que un consejo, una tarea para hoy. Hoy, en casa, buscad, preguntad la fecha del Bautismo y así sabréis bien el día tan hermoso del Bautismo.
Conocer la fecha de nuestro Bautismo es conocer una fecha feliz. El riesgo de no conocerla es perder la memoria de lo que el Señor ha hecho con nosotros; la memoria del don que hemos recibido. Entonces acabamos por considerarlo sólo como un acontecimiento que tuvo lugar en el pasado —y ni siquiera por voluntad nuestra, sino de nuestros padres—, por lo cual no tiene ya ninguna incidencia en el presente.
Debemos despertar la memoria de nuestro Bautismo. Estamos llamados a vivir cada día nuestro Bautismo, como realidad actual en nuestra existencia. Si logramos seguir a Jesús y permanecer en la Iglesia, incluso con nuestros límites, con nuestras fragilidades y nuestros pecados, es precisamente por el Sacramento en el cual hemos sido convertidos en nuevas criaturas y hemos sido revestidos de Cristo".
Papa Francisco (audiencia general 8 de enero de 2014)