Casa de Ntra. Sra. de Montesclaros
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El Evangelista San Lucas, conductor este año del ciclo C, tal sea el buscador y narrador de las parábolas con las que Jesús ofrecía un instrumento práctico para llegar hasta la conciencia a la hora de la conversión. La parábola del hijo pródigo es una de las más admiradas y fuente de mucha inspiración, pero no nos toca ahora meditarla. San Lucas nos ofrece hoy la parábola de la higuera. Quería Jesús abrir la mente cerrada de aquellos que le escuchaban, pero no llegaban a ninguna consecuencia rompiendo actitudes de pensamiento y acción en consonancia con el Reino de los cielos.
El texto hace alusión a lo de los galileos cuya sangre Pilato la había mezclado con la de los sacrificios y se la ofrecían a los muertos aplastados por la Torre de Siloé. A Jesús le contaron la creencia de que lo que les sucedió fue por castigo de Dios. Jesús quiere que se descubra el amor misericordioso de Dios cuando hay un espíritu de conversión; los "sufrientes" no son mejores que los que en aquel momento le cuestionaban. Es entonces cuando les ofrece la parábola, con una advertencia: si ustedes no se arrepienten perecerán de manera semejante.
Alguien tenía una higuera en el campo; llevaba varios años sin producir. Piensa que lo mejor será hacerla desaparecer, para evitar estorbos, es una planta estéril. Sin embargo el viñador tiene cariño a la planta y ofrece todo para salvarla: "Cavaré alrededor, le echaré estiércol... "
Es aquí donde cabe pensar la estima del viñador por la planta, que queda invitada a dar fruto... Si no, queda a su suerte...
Con este relato Jesús quiere que aquellos que le escuchan reaccionen ante el proyecto misericordioso de Dios. Se nos invita a clarificar nuestra fidelidad a la iniciativa divina... ¿Para qué la acción misericordiosa proyectándose sobre los valores de lo humano? ¿para qué una Iglesia sin vida cristiana, sin valor y con miedo a que nos caigan "las torres encima", con tantos temores pero sin sacudir las causas...? Higueras secas, sin frutos...
Arrepintámonos a tiempo, demos gracias a Dios por su misericordia, decidamos cambios oportunos que den a nuestras vidas el sentido propio de hijos de Dios...
Jesucristo, Hijo de Dios, enviado en principio para humanizar las distintas épocas e iluminar una conversión ascendente. Suena fuerte lo de conversión, pero en realidad a lo que se nos invita es a ser abiertos y despiertos, como la higuera: dar frutos exquisitos... El ser humano está creado a imagen y semejanza de Dios, que es amor...